El gesto de agacharse para tomar una flor fue el inicio de la cultura. En ese momento, los humanos se convirtieron en algo sutilmente diferente de los otros animales: la cultura nace, pues, cuando se valora por primera vez una pequeña cosa porque sí, se elige –se arranca, se separa del resto de cosas para ponerla en relieve– y se convierte en un símbolo, estrechamente ligado a la poética y a la expresión artística.

 

Escoger y separar algo de entre todas las cosas para conferirle un valor estético o poético, aparentemente inútil –como explican Kakuzo Okakura y Nuccio Ordine– es extremadamente humano. Las personas podemos escoger una cosa u otra por motivos variadísimos, con todo tipo de criterios que sobrepasan la categoría de la utilidad.

 

Con una pinza podemos agarrar todas estas cosas. Una joya-pinza es un soporte para poder llevar aquello que nos gusta y que hemos elegido. Y puede ir cambiando, por supuesto. Hay muchas cosas bonitas que quisiéramos llevar. Mientras encontremos algo bonito, podremos pinzarlo y convertirlo en joya.